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lunes, 27 de septiembre de 2010

Diario de un filósofo en huelga: día 3

Día 28 de Septiembre

Aunque empezamos nuestra huelga de hambre con considerable entusiasmo, cunde entre nuestro ahora pequeño grupo la desmoralización.

En un inicio han sido muy remarcables los cordiales y efusivos reencuentros. Jamás nadie pensó que personas tan dispares y testarudas como Franz Lasseo e ÎIkar Türtakthan pudieran mirarse de nuevo a los ojos sin tratar de sacárselos el uno al otro, uniendo sus manos por una causa justa. También hay que mencionar las numerosas canciones protesta, lanzadas como flecha de Diana sobre el cordón policial que nos rodea, en los más diversos idiomas.

Sin embargo pronto la nube de conocimiento que habíamos formado alrededor del afamado Instituto se ha ido difuminando en el aire, y ahora sólo quedan jirones. Nadie contaba con que los nihilistas duraran mucho tiempo (ahora son apodados despectivamente Los Carpe Diem por los Resistentes), ya que mostraron su desgana desde el principio. Sin embargo por unas razones o por otras han ido desapareciendo también los Teostracistas, los Conceptualistas Heldorrianos (lo cual me ha defraudado personalmente), e incluso los clásicos Hegelianos y los formales Khantianos. Quedan como miembros destacables los mencionados y autoproclamados como Canatesistas Franz Lasseo e ÎIkar Türtakthan, que llevan prácticamente ya 24 horas argumentando y contra-argumentando sobre la conveniencia o no de dejar de incluir el movimiento Atartanésico en el Canatesista.

Sin embargo hoy me siento mejor, porque a pesar del hambre, de las penurias y de las fatigas, una carta de Jensen me ha devuelto la sonrisa. Ha tenido éxito tras buscar apoyos entre aquellos filósofos que en el momento de los hechos, se encontraban en retiro espiritual y me anuncia su inminente incorporación a nuestro grupo junto con algunos de ellos.

Todavía hay esperanza para el Patterson Moore…



John McKinsley, profesor del Patterson y encargado de la recogida de firmas de apoyo



Ray Carlsson

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Cuando la realidad nos golpea...

Muchos piensan que la filosofía y todos los que la practican se encuentran ajenos a la realidad, que les pasa siempre rozándo, pero nunca llega a calar en ellos. Los filósofos siempre hemos tenido fama de “no tener los pies en el suelo” y puede que así sea, puede que reneguemos del mundo material antes siquiera de conocerlo a fondo, sin embargo encontramos un hábitat tan perfecto en nuestra propia barrera de coral, y un refugio ontológico tan próspero, que nos resulta muy difícil imaginarnos desprendiéndonos de ella. Y es que como dijo el gran sociólogo y pensador James. J. Carruthers “The more powerful the mind is, the more it tries to escape from the body”

Sin embargo hay veces que la realidad nos golpea con tanto tino, y de forma tan cruel, que es imposible eludirlo y permanecer impasible. Uno de estos trágicos golpes tuvo lugar ayer, en la institución hermanada con la Elmwood Rogers School (de la que tenemos el honor de formar parte), el Patterson Moore Institute. El ya centenario centro de filosofía, abierto en 1825 y alma neurálgica de la misma durante los años 1950-1953 a raíz de la polémica desatada por el entonces joven y prometedor estudiante irlandés William Siobhan, ha anunciado que cerrará sus puertas el próximo curso académico por falta de fondos al serle retirada la subvención gubernamental que le venía manteniendo hasta ahora.

No deja de ser paradójico que precisamente el Patterson Moore, instituto que asumió y difundió rápidamente las ideas Siobhanistas, descritas por el autor que lleva su nombre, y centradas en la recuperación de los valores diogenésicos de la filosofía, se vea obligado a desaparecer por motivos económicos.

Esta corriente de pensamiento que, como decimos, fue implementada en todas sus consecuencias por el centro, llevó a sus dirigentes a reducir las cuotas de los alumnos y a reducir al mínimo los materiales usados, lo que permitió que las mentes con más potencial de Irlanda, por muy humildes que fueran, tuvieran la oportunidad de estudiar y formarse en el prestigioso colegio. Y es que como William, con toda la pasión de su joven alma decía:

“Is é an aigne ár uirlis ghnó amháin, agus go bhfuil rud éigin nach féidir leat athrú ar airgead”

Pero como hemos podido comprobar, estas razones no afectan a los gobernantes, para los cuales el arte del conocimiento parece no tener cabida en su moderna sociedad.

Así, cuando hemos recibido la noticia, una profunda desazón nos ha invadido en un primer momento, para a continuación experimentar una serie de sentimientos enfrentados: por un lado nos hemos dado cuenta del poco valor que se otorga a nuestra labor filosófica global, de lo vulnerables que podemos llegar a ser en este mundo frío y en manos de miserables, pero por otro nos hemos sentido dichosos, al darnos cuenta de lo afortunados que somos por comprender la ínclita labor que desempeñamos.

Pero precisamente por esto, no podemos dejarlo así, todos sabemos que el conocimiento no puede medirse por el tintineo de la bolsa al final del mes, y es nuestra obligación moral recuperar estos valores y generalizarlos, demostrar que la razón puede superar cualquier obstáculo, aunque venga de la alcantarilla más hedionda. Por eso queremos hacer desde aquí un llamamiento solidario y pedir a todos nuestros colegas y a todo aquel que sienta la llama de la indignación ante tal despropósito, que se involucre en este asunto. Hemos habilitado una cuenta bancaria en la que podéis hacer vuestras donaciones y también hemos puesto en marcha una recogida de firmas para impedir el cierre del centro, por favor, poneos en contacto con nosotros a través de La Filosfera, y os mandaremos los datos.

Por último hemos organizado una concentración en Dublín el día 23 de septiembre y otra en Cork el 25 del mismo mes, ciudad desde la cual recorreremos las 21 millas que la separan del Patterson Moore, frente al que iniciaremos una huelga de hambre.

Yo, lo digo desde ahora, me uniré a mis compañeros hasta las últimas consecuencias.



El Patterson Moore Institute, en foto de archivo



Ray Carlsson