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martes, 13 de abril de 2010

Surge una nueva etapa conceptualista



Saludos de nuevo queridos lectores.

Nos vemos obligados a publicar cuanto antes el siguiente artículo, que no dudamos escandalizará a más de uno, sin embargo nos mantenemos firmes en las opiniones que verteremos a continuación.

La raíz de nuestro acaloramiento se encuentra en el último estudio realizado por el eminente doctor flamenco S. Van Heldorr, que pensamos abre ante nosotros una nueva etapa en el ámbito filosófico, y que prontamente se ha venido a denominar “El conceptualismo Heldorriano”.

En este estudio, redactado y editado con medios propios, a lo que nos tiene acostumbrados el autor, dada su particular forma de entender el mundo, y de la mano de su joven colega T. Herranz, que consigue así poner los cimientos de lo que auguramos una fulgurante carrera, nos muestra una realidad aparte, que nunca nadie antes se había atrevido a explorar, ni tan siquiera a atisbar, una realidad pura, sin fisuras, pero a la vez llena de duros toques dramáticos, que, el filósofo afirma, los entes deben sortear para descubrir la esencia del Ser.

No resulta fácil resumir una obra de tal calibre dentro de esta avanzadilla, pues toma y mezcla elementos tan complejos como aquellos de la primera etapa del pensamiento Hegeliano (del que nos descubre una extraña pero sorprendente trialéctica, con la cual configura en el capítulo decimoctavo la idea del “Tridente Lógico”), de los sofistas, de los cuales adopta un pragmatismo atroz, que raya lo maquiavélico, de forma que consigue introducir un modelo idealista en la realidad más palpablemente posible, incluyendo además trazos de filósofos más modernos, y ayudándose (aunque utilizada únicamente a modo de brújula, ya que la novedad de la Teoría es un hecho) de su obra más inmediatamente anterior.

Como ya hemos avanzado, uno de los puntos más importantes dentro de la “Teoría Heldorriana” es esa especie de lluvia de acontecimientos, todos ellos de funestas consecuencias en caso de no atender correctamente a los dictados del Ser. Logra así conceptualizar la hasta ahora dispersa idea del devenir, atribuyéndole una forma y una identidad propia, casi dotándole de forma de vida.

El ya anciano Doctor cree así ser capaz de abordar cualquier pequeña realidad con la que se encuentre y dale la forma de una “Realidad Heldorriana” de modo que los efectos, causas y consecuencias pueden apreciarse y diagnosticarse directamente y sin necesidad de recurrir a instrumentos tales como los Passtringe que hasta ahora (como todos los entendidos admiten) no se han distinguido precisamente por su eficacia.

De esta forma este humilde periodista que suscribe, cree, dentro de su limitado conocimiento, que podemos estar asistiendo a un cambio totalmente radical y opuesto a la línea oficial de la Escuela a la que el autor pertenece. Todo el mundo filosófico se está viendo convulsionado a la luz del reciente estudio, y así, muchos autores han reconocido ya el mérito y la valentía de este, pero muchos otros también se han apresurado a criticarlo, con argumentos que el profesor ha sabido rebatir, ahora bien, es cierto que nadie ha dicho aún la última palabra.

Desde nuestra redacción seguiremos los acontecimientos relacionados con este suceso con gran interés, y les mantendremos en todo momento informados.

El profesor Van Heldorr, en una reciente entrevista


Ray Carlsson

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